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Raúl de J. Roldán Álvarez y el maestro Fernando Botero ¡Felicidades por sus ochenta años querido Maestro! |
Escasas son las
palabras de agradecimiento para todos aquellos que lo han dado todo, incluso su
propia vida, en beneficio de una Patria que busca la reconciliación con
desesperación.
Escasas las manifestaciones de admiración, de
aprecio y de comprensión, para todos aquellos docentes que dejaron la
inutilidad de una vida pasiva y sin mérito y se arriesgaron a llevar su
vocación a los pueblos más alejados de nuestra geografía nacional. Todo, sin
más recursos que su pasión por ampliar los horizontes de una Patria todavía
secuestrada por la pobreza, la corrupción gubernamental y los grupos al margen
de la ley.
¿Saben?
A veces me siento escaso frente a lo que sucede, de manera igual a aquellos
colegas que, impotentes, no encuentran respaldo alguno para su ejercicio. Pero
al día siguiente, luego de dormir un poco, esa extraña vocación que me embarga,
me toma de la mano, y asegura para mí colores intensos y espacios abiertos,
para el despunte de nuevos brotes de fe en la creatividad de las gentes de mi
País.
No sé aun
si estar volando con las alas prestadas de la vocación, me garantice llegar a
las metas solícitas de un sistema, que me reclama estar alinderado y
transparente ante sus insuficiencias. Solo sé que hay personas que caminan
desesperadas por las calles de pueblos y ciudades y quieren encontrarle algún
sentido social a todo su talento y expectativas. Entonces, ante esto, solo sé
que algo debo ofrecerles, para hacer de mi nación una Patria menos lóbrega en la
que el azul del cielo ilumine el rostro esperanzado de algunas de ellas...
Es que
un docente real, solo puede ser aquel que logra traducir su oficio en una
pasión por dar.
¡Amor
y felicidad para todos mis Colegas en su día!