La Perla de John Steinbeck - Aproximaciones


LA PERLA: 
KINO Y LOS CANTOS OLVIDADOS
Por Raúl de J. Roldán Álvarez
raulroldana@gmail.com

La perla es continente y contenido de un profundo simbolismo semantizador del contraste entre la cultura del aborigen representada en la imagen de un indio desvalido llamado Kino–una especie de pachuco ya, al que se le ha arrebatado prácticamente todo lo que tiene—, y ese hombre individualista-conquistador erigido en la moderna ciudad, lleno de información y de conocimiento, pero asistido por el brillo intangible de un saber que lo envilece y lo aleja espiritualmente de todo aquello que pueda asociarse con la sabiduría y la naturaleza de los elementos como la tierra, el agua, el aire y el fuego.
En psicoanálisis del fuego, Gastón Bachelard nos informa que “a veces nos maravillamos ante un objeto elegido; acumulamos hipótesis y sueños; formamos así convicciones que tienen la apariencia de un saber. Pero la fuente inicial es impura: la evidencia primera no es una verdad fundamental” (1966:7). 

Dicha evidencia primera, esa fuente inicial impura a la que refiere Bachelard, se revela en la aludida novela de Steinbeck, cuando  deja en evidencia la crisis de la sociedad del hombre moderno, en tanto se encuentra escindida de la naturaleza y hace de "la perfecta perla" encontrada por el aborigen Kino una fuente de impureza, un canto simbólico de acordes que destruyen, que niega la verdad del significado de una tradición cultural: de una cultura que estuvo asentada en el rito, en el mito, en la leyenda, en la comunión con la naturaleza de los elementos sagrados que no sólo conforman el entorno del hombre sino que le constituyen.

Debido a esto, es que "la perfecta perla", constituida como fuente impura por la moderna sociedad conquistadora, es gestora de unos valores pragmáticos en los que sólo sirve todo aquello que es útil y puede traducirse en poder. Y para esto, el canto de la violencia, la competitividad y la individualidad, debe imponerse al de la armonía, la solidaridad y la comunidad que caracteriza al ancestral pueblo de Kino.

En relación con el simbolismo de La perla, bien vale la pena darle un poco de marco conceptual al mismo y traer a colación al español Luis Garagalza en su tesis doctoral “la interpretación de los símbolos” cuando, hablando desde Gilbert Durán, dice que “tanto la psicología infantil como la psicología del hombre primitivo, y el análisis de los procesos de formación de la imagen en el adulto civilizado, viene a confirmar la primacía del símbolo sobre el concepto” (1990:57). 

En virtud de lo enunciado, bien puede apreciarse en dicha novela, la manera cómo su autor enfatiza, precisamente, al símbolo sobre cualquier otro recurso expresivo, a través de una serie de cantos que expresan las diferencias no sólo socio-económicas sino los silencios entre dos culturas que no miran las estrellas del mismo modo en un mismo cielo azul y en la que el narrador clásico (en tercera persona) prefiere no conceptualizar, para dejar al lector la responsabilidad de cuestionar el racionalismo social del hombre urbano, el cual fustiga el intuicionismo de una comunidad como la de Kino fundada en la naturaleza y en la esperanza.
Sólo que el narrador de La perla no adopta una posición en beneficio de uno u otro, sino que describe y deja al lector la tarea política de la confrontación y la posterior adopción y defensa de uno de aquellos cantos, con los que es simbolizado el conflicto entre esas dos maneras de ver el mundo. El clamor por la reivindicación del símbolo comienza a escucharse desde el principio de la novela, cuando el narrador, evoca lo siguiente:

“Kino escuchaba el suave romper de las olas mañaneras sobre la playa. Era muy agradable, y cerró los ojos para escuchar su música. Tal vez sólo él hacía esto o puede que toda su gente lo hiciera. Su pueblo había tenido grandes hacedores de canciones capaces de convertir en canto cuanto veían, pensaban, hacían u oían” (1982:5).

En este sentido, la novela simboliza y universaliza el conflicto histórico-cultural y económico recurrente en la sociedad sureña de los Estados Unidos por medio de la caracterización de una familia en la que un aborigen llamado Kino y su esposa, Juana, deben hacer lo posible por conseguir los recursos necesarios que les permitan salvar a su recién nacido hijo de la picadura de un escorpión. Pero para esto deben solicitar la ayuda de una clase conquistadora citadina y someterse a una serie de vejámenes y humillaciones sin conseguir su propósito. Vencidos, casi exhaustos y con la marca de la derrota en sus espaldas, Kino y su mujer Juana con el niño entre sus brazos se introducen en el mar, para entregarse definitivamente al elemento acuático e intentar un encuentro con sus propios demiurgos salvadores. Pero, Kino y Juana, no sólo convierten el mar en un escenario de adoración sino que terminan por encontrar el antídoto que le permitirá sobrevivir a su hijo Coyotito sino que encuentran una perla de formas perfectas, en la que creen ver reflejado su futuro y el de su familia, pero sin darse cuenta que esa perla no es más que el símbolo de la codicia de una clase conquistadora y de la pérdida espiritual de su propio pueblo, el que siempre fue feliz, en tanto pudo comprender que lo mejor ya había sido conquistado: la armonía representada en el canto de la naturaleza y del universo mismo.

Fecha: Sábado, 28 de junio de 2005
Referencias:

BACHELARD GASTÓN. Psicoanálisis del fuego. Alianza Editorial S.A., Madrid, 1966. Pág. 7.
STEINBECK JOHN. La perla, Círculo de Lectores, S.A., Bogotá, 1982. Pág. 2.
GARAGALZA ARRIZABALAGA, LUIS. La interpretación de los símbolos. Hermenéutica y lenguaje en la filosofía actual, Anthropos, Barcelona, 1990. Pág. 57.

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