Sobre la producción de elogios rimbombantes
1.
Planteamiento del problema
La industria del elogio
necesita modernizarse. El arte del elogio es difícil, poco adaptado a la
velocidad y magnitud que la moderna producción de elogios requiere. Hay que
encontrar un género de elogios mecánicos que, a diferencia de los malos elogios
comunes y corrientes, sean mecánicos de verdad, es decir fabricables con una
máquina, de preferencia electrónica. Como las máquinas piensan menos de lo que
se cree, esto exige encontrar un modelo estándar de elogio que, con infinitas
variantes, sea siempre el mismo. ¿Pero puede bastar un solo elogio para
satisfacer la insaciable demanda, en un país hambriento de elogios? Si
escribir no da dinero, ni poder, ni siquiera lectores, ¿cómo compensar con
Gloria, Gloria Inmensa, Gloria Única, a todos y cada uno de los que ponen su
ilusión en las Bellas Letras?
2.
Antecedentes
Esto da por supuesto que
existe una importante industria del elogio. A juzgar por lo que se dice, no
existirían siquiera los elogios, sino la crítica feroz, pronta a devorar los
engendros creadores. Pero, si se hace un mínimo recuento de las notas y reseñas
que se publican, resulta que lo único feroz en México es el silencio. Las
reseñas y notas son, por lo general, elogiosas, o cuando menos anodinas. Además,
un elogio puede leerse en una peluquería, mientras que leer un libro supone un
ánimo decidido, aunque sea decidido por la necesidad de escribir un elogio. En
la llamada vida literaria, los libros interesan menos que el ruido o el
silencio sobre sus autores. El ruido y el silencio son la materia prima que la
industria del elogio transforma en solapas, reseñas, artículos, entrevistas,
polémicas, balances de fin de año: todo lo cual puede producirse aunque el
libro no se lea.
3. Ponderación
Leer grandes elogios de
libros no leídos permite sostener nuestro milagro editorial: la sobreproducción
en medio del subconsumo. La industria del elogio nos ayuda a olvidar en qué
país vivimos. Lo reconocen hasta aquellos que ocasionalmente son maltratados
por la crítica: “propaganda que me hacen”, dicen triunfalmente. En efecto, si
se tratara de leer, en vez de hablar de libros y escritores, la deflación sería
espantosa. Todo escritor que haya superado su primer narcisismo, como para
darse cuenta del país en que vive, debe cuidarse de guardar su segundo aire
narcisista, porque, si no, dejaría de escribir.
Esto es más llevadero en
forma colectiva. Diciendo, por ejemplo, que llega Nuestra Hora. ¡Al fin
América va a ser descubierta! Vamos a ver: dentro de la hora actual, ¿qué
presencia histórica ha destacado más que la del Tercer Mundo? Dentro del Tercer
Mundo, ¿qué bloque más importante, por sus años de antigüedad en subdesarrollo,
que el nuestro? Dentro del nuestro, ¿qué país más significativo que México? Y,
si fuera de México todo es Cuautitlán, y en esta capital de envidiosos y
resentidos no hay un lugar, como éste, donde se pueda reconocer la verdad, ¿a
quién le corresponde el laurel? A ti y a mí.
Fulano: tu libro es tan
universal, tan futurizante de nuestro rol latinoamericano en la cultura
planetaria, tan incomparablemente superior a todo lo que se ha escrito en
español desde el siglo XI, que es el único libro que he leído en mi vida.
4.
Solución propuesta
a) Hacer una ficha analítica
de la obra o persona que se tenga que elogiar.
b) Sobre las categorías de
análisis de la ficha, repasar mentalmente, con diversos libros de consulta o
con una base electrónica de datos, lo que “ha habido” en esas categorías.
c) Cruzar la ficha contra
eso, hasta que salte un absoluto. Ejemplo en el que salta fácilmente un
absoluto: El señor es de Chamacuero (ficha). En Chamacuero nunca ha habido
poetas (fichero). Luego, el señor es Absolutamente el Poeta Más Grande de Todos
los Tiempos que ha habido en Chamacuero.
Ahora bien, supongamos que
el fichero registra que en Chamacuero hubo un tal Margarito Ledesma, autor de
unas Poesías más o menos cómicas. Todavía es posible un
absoluto, si estructuramos el elogio para que no tope con esa limitación:
Nunca, en la historia de Chamacuero, ha habido un poeta más grande, en vena
seria, que Fulano.
Pero supongamos que en
Chamacuero hubiese también nacido López Velarde. A las categorías geográfica
(Chamacuero), de género (poesía) y vena (cómica o seria), incorporamos la
categoría cronológica y resolvemos el problema: Después de López Velarde, no ha
habido, en Chamacuero, un cantor de la provincia, en vena seria, más grande que
el grandísimo Fulano de Tal.
Por último, supongamos que
haya habido muchos grandes poetas en Chamacuero, o que nos pidan un elogio de
magnitud cósmica. La salida sería: Ni Homero, ni Dante, ni Shakespeare, ni San
Juan de la Cruz, ni Baudelaire, ni Octavio Paz, lograron, como el grandísimo
Fulano, expresar la vivencia poética de una adolescencia vivida en Chamacuero
por un joven nacido a mediados del siglo XX.
Un solo y mismo elogio,
convenientemente categorizado, se puede multiplicar en elogios infinitos, todos
ellos únicos. El método cumple simultáneamente la exigencia mecánica
industrial (estandarización sobre un solo modelo) y la exigencia de satisfacer
cada caso como único, lo cual ya quisiera Ford haber inventado.
Evidentemente, cuando hay
que cruzar más de seis o siete categorías, el resultado puede ser un poco enfadoso:
Nunca en la historia de la literatura mexicana, hubo un novelista sinaloense
que, teniendo un padre tuerto, y habiendo hecho sus estudios en Torreón, para
pasar después a Pachuca, y escribir una novela de más de quinientas páginas, en
la que no sale un solo enano, tuviese un mayor dominio del monólogo subjetivo.
Pero siempre se puede perfilar un sistema de categorías que excluya lo que nos
estorbe, y defina algún género de supremacía.
Sin embargo, hay
cortacaminos deseables, ficheros de cruce rápido, que permiten abreviar. Es el
refinamiento del sistema. Con una mentalidad provinciana, el fichero geográfico
pudo haber sido muy útil para esto. Pero ya no estamos en los tiempos en que se
podía decir: “para estar hecho en México es extraordinario”, o “Pertenece a la
pléyade inmortal de poetas tabasqueños”. Estamos en los tiempos del Juicio
Universal Subjetivo. El más sumario, evidentemente, es: “No hay en toda la
literatura universal un libro más grande, a Mi Ilustre Juicio, que el tuyo”.
Pero tiene el inconveniente de no servir dos veces, a menos que uno esté
dispuesto a contradecirse. Si hay que estar produciendo constantemente elogios
rimbombantes, el fichero “A Mi Juicio” puede cruzarse más fecundamente con el
fichero cronológico de lecturas personales. El resultado es de una rapidez y
fertilidad jupiterina, sobre todo si se disfraza, jupiterinamente, con una o
dos categorías adicionales, que, como se comprende, salen sobrando.
Después de La guerra y
la paz [categoría innecesaria, pero que hace más tonante el juicio], no se
ha visto en la tradición occidental [ídem] una novela más grande que la tuya
[ojo:], que ya haya yo leído en los últimos quince días.
Referencia:
Fuente primaria: “Cómo leer en bicicleta”, en: Crítica del mundo cultural, México, El
Colegio Nacional, 1999, pp. 140-143. Tomado del blog “El ojo en la paja” de
Camilo Jiménez. Texto titulado: Lo fusilamos: Gabriel Zaid,. Consultado el: miércoles, 16 de noviembre de 2011 a la 1:13
horas por redicomuniminuto. <http://elojoenlapaja.blogspot.com/2009/05/fusilado-gabriel-zaid-de-nuevo.html>.
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